domingo, 26 de octubre de 2014

X. El enemigo.

Mi juventud fue sólo una negra borrasca,
cruzada aquí y allá por soles relucientes;
la tormenta y la lluvia hicieron riza tal
que en mi jardín apenas queda fruta en sazón

Heme ya que he llegado al otoño ideal,
y que son necesarios la pala y el rastrillo
para ordenar de nuevo las tierras inundadas,
donde el agua abrió huecos como hondas sepulturas.

¿Quién sabe si las flores renovadas que sueño
hallarán en mi suelo, lavado como playa,
el místico alimento que les diera vigor?

-¡Oh dolor! ¡Oh dolor! ¡El Tiempo come vida,
y el oscuro enemigo que el corazón nos roe
crece y se nutre con la sangre que perdemos!

Las flores del mal: Baudelaire.

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